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JORNADA ARGENTINA DE LA PAZ


La Ley Nacional 23.211 Jornada Argentina de la Paz ha sido sancionada y específicamente desarrollada para el ámbito educativo. A 13 años de su sanción no se ha logrado aún la firma del decreto reglamentario que posibilitaría su aplicación.

Es por esto que la Fundación PEA se ha abocado a la tarea de colaborar tanto con su reglamentación como con su aplicación, ya que considera de gran importancia contribuir a despertar y legar una Conciencia de Paz entre los niños y jóvenes de nuestra Nación.

La Fundación PEA propone que el "Día Internacional de la Paz" sea la fecha en que se realice la celebración de la " Jornada Argentina de la Paz" dentro del calendario escolar a nivel nacional.


LEY N° 23211 "Jornada Argentina de la Paz"

Sancionada: Julio 25 de 1985 Promulgada: Agosto 16 de 1985 Publicada en el Boletín Oficial N° 25743 de Agosto 20 de 1985

Institución de la Jornada Argentina de la Paz en establecimientos educativos El Senado y Cámara de Diputados de la Nación Argentina reunidos en Congreso, etc., Sancionan con Fuerza de Ley:

Articulo 1°- Instituyese la Jornada Argentina de la Paz como celebración anual en todos los establecimientos de enseñanza primaria y secundaria, dependientes del Ministerio de Educación y Justicia de la Nación.

Articulo 2°- El Poder Ejecutivo Nacional expedirá los reglamentos referidos a: a) La ubicación de la Jornada Argentina de la Paz en el calendario escolar; b) La preparación y distribución para esa fecha de material acerca de las condiciones esenciales de la paz, la contribución de la República Argentina a la causa del entendimiento y la paz entre los pueblos, la promoción de hábitos de paz entre los niños y jóvenes y la difusión de la labor que cumplen los organismos internacionales para la conservación de la paz; c) La realización de clases especiales, concursos y certámenes escolares sobre los temas indicados en el inciso precedente;} d) Invitar a las provincias a adherir a la celebración de la Jornada Argentina de la Paz.

Articulo 3°- Comuníquese al Poder Ejecutivo. Dada en la Sala de Sesiones del Congreso Argentino, en Buenos Aires, a los veinticinco días del mes de julio de mil novecientos ochenta y cinco.

Registrada bajo el N° 23211
Decreto N° 1540
Buenos Aires, 16/8/85


FUNDAMENTOS

Sr. Presidente:

El proyecto de ley que presento a vuestra honorabilidad esta inspirado en el anhelo de contribuir a una autentica educación para la paz.
La paz es responsabilidad de todos.

Su ausencia significa la destrucción, la miseria y la muerte de los hombres y de los pueblos. Construir un mundo de paz es obligación de quienes tienen en sus manos los destinos de las naciones, pero no solo de ellos.

La paz debe cultivarse desde el corazón de cada hombre, crecer en el calor de la vida familiar, expandirse en toda la sociedad marcando las relaciones humanas para superar, entre cuantos se reconocen hermanos, las fronteras de países, razas, credos y clases sociales.

La paz no es una mera ausencia de guerra sino que implica dejar de lado los instrumentos de la muerte en un desarme que comienza en la conciencia de cada uno. La paz, obra de la justicia se funda en la verdad y en el respeto a los derechos fundamentales del hombre.

Allí donde el hombre no es respetado en su dignidad, se incuba a menudo la violación de los derechos de los pueblos, puesto que: ‘los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos son sagrados para los pueblos’ según la apodictica definición de Hipólito Yrigoyen.

Esta aspiración a una paz justa y duradera, a ver desterrado para siempre la violencia en sus diversas manifestaciones, a que la cooperación para la vida tome el lugar de los preparativos para la aniquilación, es tangible entre los pueblos de nuestro tiempo.

Como agudo contraste, estamos frente a posibilidades nunca antes imaginadas de que el hombre sea el artífice de la destrucción de la vida sobre la tierra.

Dirigentes cristianos de todos los continentes reunidos en la VI Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias expresaron en su mensaje final: ‘La paz en el mundo de hoy es una cuestión candente dado el peligro existente de que la vida acabe en un horno nuclear.

Por primera vez en la historia, la humanidad ha adquirido la capacidad de borrar la vida de la faz de la tierra. Vivimos en un momento de crisis. La carrera de armamentos absorbe gran cantidad de recursos necesarios para la alimentación y la atención primaria de la salud. Las naciones que amenazan con su poderío nuclear están jugando con políticas de muerte.

Nos levantamos solidarios en todas las partes del mundo para exhortar incesantemente, desde todas las tribunas a que se ponga fin a la carrera de armamentos.

La vida, don excelso de Dios, debe protegerse cuando la seguridad nacional se utiliza como excusa de un militarismo arrogante. La injusticia, cuando es flagrante, permanente, opresiva, conduce a la guerra. Las raíces del árbol de la paz están hechas de justicia’ (Vancouver, 1983).

Por su parte, un destacado pensador japonés resumía así el desafío del tiempo en que vivimos: ‘El siglo XXI, esta justamente a la vuelta. El brillante escenario donde habrá de actuar la generación mas joven no deberá ser incendiado por las llamas de la guerra.

La construcción de una era en la que el pueblo pueda jugar realmente el papel protagonico depende del mismo pueblo. No ha habido época como la presente en la que tanto cuente una elección sabia de nuestro destino’ (Daisaku Ikeda, ‘Propuesta para la paz y el desarme’).

La República Argentina plasmo su vocación de paz en los postulados de la Constitución Nacional. Su programa resonó en una Europa en que en vastas regiones se enseñoreaba el hambre, la guerra, la persecución racial o política. El llamado a ‘todos los hombres del mundo’ encontró eco en quienes buscaban una tierra de paz donde formar sus hogares y una bandera con los colores del cielo, que cobijase generaciones de argentinos que construyeran una nación de hermanos.

A nosotros nos toca, en un mundo convulsionado y en una Argentina necesitada de reconciliación, ser artesanos de la paz, para renovar el compromiso de nuestros mayores.

El amor a la paz ha de ser una dimensión necesaria de un autentico patriotismo, que si honra con justicia a quienes lo sacrificaron todo, hasta la vida, por la libertad y la integridad de nuestro país no lo hace excluyendo o menospreciando los valores de los otros pueblos. Así lo enseño en Buenos Aires el papa Juan Pablo II: ‘La paz verdadera y durable tiene que ser fruto maduro de una lograda integración de patriotismo y universalidad’.

La Argentina, fiel a esa vocación de paz, ha contribuido con su presencia y a través del pensamiento y la acción de sus diplomáticos, intelectuales y políticos, a los esfuerzos que, tanto en el continente americano como en el mundo, se han hecho para afianzar la paz, lograr el desarme y hallar medios de solución pacifica de las controversias.

Perseverar en este camino contribuirá a que la Argentina sea, en la definición del señor presidente de la República, ¨una potencia moral¨ que proclama ante los pueblos una convicción expresada por el presidente Arturo U. Illia con elevadas palabras: ¨No creemos en dos mundos contradictorios. Fiel a una visión universalista, unitiva y cristiana, creemos que no hay ni habrá más que un solo mundo. Cada vez más cercano e íntimo. Nuestra tarea está en mejorarlo antes que astillarlo. Mejorarlo procurando la paz entre las naciones, la igualdad entre los pueblos, el respeto de sus soberanías, el reconocimiento de los derechos humanos, la institucionalización universal de la libertad, la plena vigencia de los derechos sociales y la mejor distribución de los ingresos internacionales. ¨ (Mensaje presidencial, 1º de mayo de 1964.)

Para que la paz se afiance en los corazones argentinos, los gobernantes, los hombres del pensamiento y de la religión, de los medios masivos de comunicación y de la docencia, sin olvidar la responsabilidad primera de los padres y madres de familia, tiene que realizar una verdadera educación para la paz¨.

Juan Bautista Alberdi nos marco el rumbo al escribir: ¨Formad al hombre de paz si queréis ver reinar la paz entre los hombres¨.

Siguiendo a su predecesor Pablo VI, Juan Pablo II puso la Jornada Mundial de la Paz de 1979 bajo el lema: ¨Para lograr la paz, educar para la paz¨.En su mensaje proponía un programa de sabia pedagogía.

En efecto, para educar para la paz ¨aprendamos primero a repasar la historia de los pueblos y de la humanidad, según esquemas más verdaderos que los de la concatenación de las guerras y las revoluciones.

Responsables de los pueblos, sabed educaros a vosotros mismos en el amor de la paz, discerniendo y haciendo brillar en las grandes paginas de la historia nacional el ejemplo de vuestros predecesores, cuya gloria ha sido hacer germinar unos frutos de paz¨. Invitaba a irradiar ejemplos de paz y expresarse en un lenguaje de paz: ¨De un corazón conquistado por el valor superior de la paz, brotan el deseo de escuchar y de comprender el respeto al otro, la dulzura, que es fuerza verdadera, y la confianza¨ Nos convocaba a hacer gestos de paz, y realizar la experiencia de la paz, en la familia, la escuela, el deporte, en encuentros fraternales, en la vida política, económica y social, en las relaciones internacionales.

La educación para paz es una educación moral ya que las acciones pacificas suponen una virtud moral y crear un habito pacifico estable. Gandhi mostró al mundo la ¨fuerza de la verdad¨ como valor moral en la practica de la paz y la no violencia.

En las primeras décadas de nuestro siglo era frecuente admirar los desfiles de escolares en las celebraciones patrias como testimonio de un país que daba prioridad a la educación. Manuel Augusto Montes de Oca lo recordó en la Conferencia Panamericana de Santiago de Chile en celebre frase.

En 1932 Ramón J. Carcano entonces presidente del consejo nacional de educación, propuso que el 11 de noviembre, aniversario del Pacto de San José de Flores se dedicase a la paz, siguiendo así las conclusiones formuladas en el Congreso de Praga de 1928 acerca de la organización de ¨escuelas para la paz¨. La iniciativa que contemplaba el dictado de clases especiales sobre el significado de la paz, cayo desgraciadamente en el olvido por la incomprensión de algunos.

Hoy en día, La Jornada Mundial de la Paz, instituida por Pablo VI en 1967, llama a todos los hombres sin distinciones a iniciar el nuevo año con una reflexión sobre ese bien precioso.

El hecho de coincidir dicha jornada mundial con las vacaciones estivales hace aconsejable que en el ámbito educativo se establezca una jornada argentina de la paz, cuya ubicación dentro del calendario escolar corresponde al Poder Ejecutivo nacional.

Entiendo que esa jornada, especialmente dedicada a incentivar entre los niños y jóvenes el amor a la paz, no agota la tarea de educar para la paz. Por el contrario, la jornada debe proyectarse a lo largo del año en la enseñanza y en la promoción de gestos de paz.

El proyecto contempla la preparación y difusión entre docentes y alumnos de material didáctico que contribuya a una permanente educación para la paz. El análisis del mensaje anual del Papa para la Jornada Mundial de la Paz, el conocimiento de la acción y el pensamiento sobre la paz de los grandes educadores contemporáneos y de los organismos internacionales, el estimulo del estudio de la historia y cultura de otros pueblos, la enseñanza de la historia y la geografía con énfasis en la cooperación internacional y el sentido de hermandad especialmente entre los pueblos latinoamericanos, la contribución argentina al desarme y a la solución pacifica de las controversias son algunas de las posibilidades que deberán brindarse a estudiantes y docentes. De tal manera, la Jornada Argentina de la Paz no será un hecho aislado y fuera del contexto de la enseñanza sino que se insertara naturalmente en ella y se prolongará en estudios especializados.

Se ha dicho que la única posibilidad de enseñar la paz en las escuelas es convertirlas en instituciones pacificas.

Los conflictos permanentes que se generan por la coexistencia de diferentes grados de desarrollo moral entre los alumnos y entre los profesores, seguramente dificultaran la puesta en marcha de programas pacíficos. Será necesario, pues, crear nuevas técnicas pedagógicas para salvar estos desfasajes de la misma manera como se han superado otros en el campo del desarrollo intelectual. La tarea no es fácil y agrega un desafío profesional más a los ya numerosos enfrentamientos de índole teórica y practica de una educación pacifica en una sociedad violenta y belicosa¨(Antonio M. Battro, Educación para la paz.)

La Nación ha recuperado la vigencia de sus instituciones y en la armonía de la convivencia de todos, en el respeto a la libertad y a los derechos humanos, vuelve hoy a proclamar ante el mundo su vocación de contribuir a la causa de la paz entre los hombres y los pueblos.

Fernando de la Rúa. – Kenneth W. Woodley.- Miguel Mathus Escorihuela- Margarita Malharro de Torres. – Antonio O. Napolí. – Faustino M. Mazzucco. - Felipe Celli. – Juan Trilla. – Antonio T. Berhongaray.

INSERCION

Jornada Argentina de la Paz

- Necesidad de educar para la paz, a través de una tarea en que confluye la familia y la escuela. Familia y escuela deben ser auténticos lugares de paz donde se educa para la convivencia el dialogo, el respeto mutuo.

- Los medios de comunicación masiva tienen la responsabilidad de ser también educadores para la paz, a través de la promoción de valores auténticamente humanos. Todo aquello que contribuye a la instrumentalización del hombre, a su degradación, a la exaltación de la fuerza por encima del dialogo, de la corrupción por encima de la virtud, de la injusticia por encima de lo justo, del bien egoísta por encima del bien común, hace crecer el germen de la violencia, la intolerancia, la guerra.

- La paz se funda en la justicia, no es mera ausencia de guerra, ello sería algo simplemente negativo: la paz es un altísimo y precioso bien. - El año 1985 ha sido declarado Año Internacional de la Juventud por las Naciones Unidas, y la paz, junto con el desarrollo y la participación, forma parte del programa especifico a llevarse a cabo en todo el mundo. - La juventud debe ser educada para la paz, no para el odio, la muerte. Debe ser educada para la convivencia, el esfuerzo, el trabajo alegre y fecundo, no la molicie de los jóvenes viejos, como tituló alguna vez con acierto nuestro cine.

- Educar para la paz es fortalecer la conciencia de que no vivimos en un mundo fragmentado sino en un mundo cada vez más intercomunicado. Pablo VI pudo decir: ¨Cada hombre es mi hermano¨, formulando así un principio básico del cristianismo.

- Tener conciencia de paz es saber en que frágil equilibrio está el mundo en que vivimos y poner el esfuerzo que a cada uno corresponde para que, en las palabras de Isaias, las espadas se conviertan en rejas de arado.

- En nuestra Argentina hemos conocido los apóstoles de la violencia que han llevado a la muerte a muchos jóvenes y contribuido a desencadenar una lucha fratricida, con una tremenda represión. Hemos conocido también la angustia de tener nuestros jóvenes luchando en las Malvinas y enfrentando con coraje un enemigo más poderoso. Por todo ello resonó en la juventud argentina el llamado de Juan Pablo II a unir sus manos en una cadena de amor.

- El amor a la paz implica y supone el amor a la patria. Cuando Ramón J. Cárcano, entonces presidente del Consejo Nacional de Educación, quiso promover entre nosotros un día de educación para la paz, encontró la oposición del ministro de Guerra, general Rodríguez, ya que, como cuenta Cárcano en sus memorias, el militar creía que minaría con una educación pacifista el amor a la patria y el sentido de defensa nacional. Por eso la iniciativa, inspirada en el Congreso de Praga del 28, no prosperó. Evidentemente, el amor a la patria no puede oponerse jamás a una verdadera conciencia de paz. No hay que confundir los términos, la paz no es un pacifismo blando y sin médula. La paz requiere fortaleza de espíritu, firmeza de convicciones, apasionado amor a la justicia.

- La paz vive y crece cuando son respetados los derechos de la persona humana. Cuando éstos son violados en el interior de un país, a ellos sigue la violación de los derechos de la nación y el desconocimiento de los derechos de otros pueblos.

- El proyecto recoge la preocupación expresada por la ONU y sus organismos especializados, particularmente la UNESCO. Días pasados diversos actos han marcado la celebración de un Día Internacional de la Paz.

- Desde 1967 la Santa Sede convoca a una Jornada Mundial de Paz, que da lugar a un mensaje anual que llega a los gobiernos de todo el mundo y repercute en las comunidades católicas y entre los seguidores de otras religiones. Esa jornada quiere poner al año que se inicia bajo el signo de la paz.

- El proyecto no establece la fecha, sino que remite a que el Poder Ejecutivo lo haga, dentro de las posibilidades del planeamiento escolar. No se superpone con otras iniciativas, como las reseñadas, pero permite que el Poder Ejecutivo coordine con los cultos religiosos y entidades privadas, así como los gobiernos provinciales, dedicar un día a acentuar esa verdad e ineludible prioridad que es la paz.

- El proyecto no se limita a un día aislado en el año sino como parte de toda una educación a lo largo del ciclo escolar.


Informe presentado a la Cámara de Diputados para las sesiones de Julio 25 y 26 de 1985:

Honorable Cámara:

Insertar en el calendario escolar como celebración anual en todos los establecimientos de enseñanza primaria y secundaria la Jornada Argentina de la Paz, lleva como finalidad fundamental internalizar conductas en alumnos, docentes y comunidad que aseguren en el accionar cotidiano el sentimiento pacifista como el medio más efectivo para contrarrestar los efectos nocivos de una sociedad que se ha transformado en violenta y belicosa.

Además, buscar en la vigencia de sus instituciones, en la armonía de la convivencia de todos, en el respeto y ejercicio ético de la libertad y de los derechos humanos, la fuerza de su vocación pacifista para proclamarla en todo el orbe.

 
Ley Nacional 23.211 | Día Internacional de la Paz | Día de Escuchar a los Niños
 
 
AUSPICIOS
 
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